Un reciente foro sobre el gas virtual nos confirma que Junín a perdido
competitividad hace varios años. Si la situación sigue así las grandes
inversiones no vendrán por más que hagamos declaraciones públicas de buena
voluntad. Los turistas no llegan como se espera porque hasta ahora no hemos
logrado construir un elemento turístico, tan sólo uno, que sea el mayor
atractivo regional de trascendencia nacional. Según el Foro Económico Mundial
Suiza, Alemania y Francia, en el mundo, y México, Costa Rica y Brasil, en
Latinoamérica, encabezan los países con mayor competitividad turística. El Perú
está en puesto 69 a nivel mundial y puesto 13 a nivel regional. A nivel
nacional, según la Universidad Católica de Lima, Junín ocupa el puesto 14 en
competitividad. Ya lo hemos dicho, necesitamos construir alrededor de un
elemento un potencial económico, como lo hacen los alemanes con la cerveza y los
navarros con el toro, colosales acontecimientos turísticos.
La competitividad es un conjunto de variables que le permiten al consumidor
elegir el producto que cree más conveniente. El consumidor hoy en día es más
exigente. Ya no sólo busca precios sino calidad. El nivel de ingresos le permite
ciertos lujos y consume más y mejor sin tomarle atención al precio. La relación
precio-calidad, la que se aprende en toda escuela de negocios, es vital para no
estar fuera de competencia. Si Junín está fuera de competencia es hora de
revisar esa relación. Hacer una reingeniería a la imagen, disponibilidad y
oportunidad de todos los productos para atraer a los clientes. Los productos,
bienes y/o servicios, cualquiera sea su naturaleza, deberán estar de acuerdo a
los nuevos tiempos si el objetivo es atraer nuevos mercados. Los nuevos mercados
están fuera de nuestros linderos y son muchísimo más exigentes. Probablemente
quienes lideran la región y tienen suficientes conocimientos sabrán al dedillo
todos estos conceptos. Lo que falta entonces es el espíritu de grupo, la idea de
asociación, el objetivo común y la sensatez suficiente para hacer lo correcto y
lo viable. Hagamos un esfuerzo por vincularnos unos a otros por el bien común,
dejando el capricho y el interés personal.
La corrupción es la principal preocupación por ser el mayor flagelo que
impide el crecimiento y desarrollo. Muchas de las decisiones corruptas afectan
la gestión pública y en consecuencia a los resultados que se ofrecen a la
población. La corrupción es el peor enemigo de la competitividad. Junín puede
dar fe: malos en competitividad pero buenos en corrupción. No saldremos del
atolladero si persiste la estrategia demagógica de los políticos tradicionales,
quienes con su improvisación y mediocridad asaltaron los puestos públicos y son
ahora los desocupados quienes dirigen los destinos de los que generan riqueza
trabajando. Es la percepción de la población recogida en todas las
encuestas.
Manuel A. Gago