sábado, 2 de junio de 2012

Ilusión quebrada






Había que unirse al coro entusiasta deseoso de ver al presidente Humala encabezando la gran parada militar; con tanques, tropas, aviones y armamento mostrado al Perú desde el Valle del Mantaro. Una ilusión quebrada. Presumo que más de uno habrá reflexionado sobre el tema y habrá hecho números porque las matemáticas y la economía deciden que es conveniente o no. El petardo en el GRJ, trabajadores de Doe Run y colegios emblemáticos son la coartada perfecta para que el ejecutivo suspenda la parada militar anunciada en un exceso de entusiasmo como tantos excesos cargados de promesas vienen del gobierno central y regional.

Congresistas de otras regiones no estarían dispuestos a venir a Huancayo porque no quieren costearse ese viaje, tendrían que venir por tierra porque los vuelos son insuficientes y porque las camas no alcanzan. Ministros, jueces, embajadores, servicio diplomático, arzobispo, periodistas, seguridad, delegaciones militares de paises amigos habrían hecho colapsar a la ciudad que no está preparada aún para un evento como el que muchos se imaginaron. El peso de la decisión se habría inclinado más por los números y la logística que por un posible altercado social. La parada militar por tradición se celebra el 29 de Julio, un día después del Te Deum en la Catedral de Lima y discurso presidencial. Movilizar a tanta gente el mismo día por una carretera colapsada en sus días más normales hubiera sido un desastre. Una ilusión muy cara que nos entusiasmó con algunas reservas.

En la primera sesión descentralizada en Ica en Setiembre del 2011 se gastaron 200 mil soles. Gran parte de la población y muchos congresistas dicen que fue un evento inútil sin resultados concretos. Fueron gestos y  buenas intenciones de los que ya estamos hartos. No sirven para darle ni pan ni agua potable a los hogares de los más pobres. Si escuchamos alguna opinión  favorable a la parada en Huancayo se entenderá que es más una pose en contra del presidente Humala que un genuino interés de descentralizar una ceremonia que por costumbre y por muchas razones más se realiza en Lima. La parada hubiera sido objeto de mayores críticas. Se diría que siendo un país con 9 millones de pobres se gastó tanto dinero para satisfacer un capricho presidencial y complacer a un pueblo con dinero gastado innecesariamente.  Seamos objetivos. No todo lo que nos ofrecen es cierto. Hagamos nuestros propios eventos con nuestro dinero y con nuestro esfuerzo y tal vez algún día paguemos lo que demande una parada militar. Otra ilusión.

Manuel A. Gago                              

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