sábado, 7 de julio de 2012

Espectacular viaje a las profundidades de la Tierra en Tingo María


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Tingo María la ciudad de la bella durmiente está ubicada a 500 kilómetros de Lima. Sus torrentosas cataratas, gigantescas cuevas y peligrosos ríos la han convertido en un verdadero paraíso del deporte de alto riesgo. Acompáñenos a un viaje de pura adrenalina, a escalar a rapel imponentes caídas de agua y a descender a las profundidades de la Tierra. Full aventura en la ceja de selva del Perú.

Segundo Córdova y Marcos Palomino son nuestros experimentados guías. Junto a ellos vamos a coronar una de las 42 cataratas que se encuentran en los alrededores de Tingo María. Se trata del Velo de las Ninfas: son siete caídas de agua de aproximadamente 20 a 30 metros de altura, ubicadas a lo largo de una quebrada dibujada por el transcurrir de los años. Para ascender contamos con todos los implementos de seguridad, cuerdas, sogas y los arneses que son cuidadosamente revisados por nuestros guías. Vamos al encuentro de la madre naturaleza.

“La soga de vida la enganchamos al arnés, esto nos va a sostener y proteger de cualquier contratiempo. Ahora vamos a ascender”, nos señala Segundo Córdova. Para los que no estamos acostumbrados, librar esta dura batalla contra la fuerza del agua, es cosa seria. Se necesita mucha fuerza en los brazos y piernas para poder ascender. La línea de vida (soga amarrada al arnés) nos protege de cualquier caída. Diez minutos después, coronamos la catarata.


“Es una experiencia alucinante. Es increíble, la fuerza del agua te empuja hacia abajo, mientras la adrenalina recorre mi cuerpo”. El paisaje es inigualable, la flora y la fauna se entremezclan dejando absortos a los visitantes. El sol acaba de salir y un arcoiris emerge de las cristalinas aguas de la catarata, sencillamente espectacular. Luego encontramos un insecto palo, una variedad de mantis que se confunde con el follaje de la selva. Empezamos el descenso. La tierra húmeda y el barro lo hacen más difícil.

Ahora nos dirigimos al Parque Nacional de Tingo María. Cruzamos un puente colgante de 150 metros de largo, hacia las cataratas de Gloriapata, una impresionante caída de agua de 70 metros de altura. Este es uno de los últimos lugares en el mundo donde se puede apreciar en su estado natural al Gallito de las Rocas, nuestra ave nacional.

VIAJE A LAS PROFUNDIDADES DE LA TIERRA

Ahora nos espera el reto más difícil, la cueva más profunda de la amazonia peruana. Un verdadero viaje al centro de la Tierra. A doce kilómetros al oeste de Tingo María se encuentra el caserío de Huayna Capac. Aquí 150 familias viven de la agricultura y el turismo. Para ingresar necesitamos lámparas, cascos, arneses, sogas, botas para agua y, sobre todo, coraje. La boca de la cueva tiene unos 20 metros de diámetro. Antes de empezar el descenso nos encomendamos a los Apus: “Estamos haciendo el pago a la Pachamama, para que nos deje ingresar a las profundidades de esta cueva y retornar sin ningún peligro”, señala Marco Palomino, nuestro guía.

Es una estructura rocosa descubierta hace diez años. Una formación sólida labrada por filtraciones de lluvia, ninguna expedición ha llegado al final de la misma. diario16 intentó lo que nadie hizo nunca antes. “Hay una gran cantidad de murciélagos. En esta zona de Tingo María, es el único lugar en el mundo donde existen los murciélagos albinos, tienen el pecho blanco”, indica nuestro guía. Los primeros cien metros son sencillos, en el camino encontramos todo tipo de insectos, desde gigantescas arañas parecidas a un cangrejo hasta luciérnagas en sus bóvedas. “Acá es el infierno, son miles de miles de murciélagos, no tengan miedo, no pasa nada”, nos da valentía Marco Palomino.

Encontramos más bóvedas con multiformes estalagmitas y estalactitas. Extrañas formaciones de roca viva, como el manto sagrado y el cementerio de cabezas, labradas por el goteo de las aguas durante millones de años. “Hemos ingresado, es un túnel subterráneo por donde recorre un riachuelo, son 100 metros de mucha agua, hay mucha tensión porque estamos llegando a la zona de las cataratas, la parte más peligrosa de nuestra travesía”.

Las historias al interior de la cueva son alucinantes, los colmillos del diablo son estalagmitas que forman una boca. Aquí los pobladores hacen ofrendas a la madre naturaleza y realizan rituales para curaciones. Llevamos casi dos horas en su interior, el aire se vuelve más denso y llegamos a las cataratas subterráneas, nuestro destino final, el mismísimo centro de la Tierra.

Eric Pereira

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