sábado, 25 de agosto de 2012

La ley del profesor




Una confusión de ideas encontradas ha provocado el proyecto de Ley de Reforma magisterial. En el debate inacabable y repetitivo durante la interpelación a la ministra de educación, el congresista Mulder propuso evaluar primero a los congresistas. No hay acuerdo sobre la evaluación de conocimientos y desempeño a los maestros, tampoco el número de niveles necesarios para que los maestros se jubilen dignamente. La dirigencia sindical se opone a cualquier evaluación porque podrían ser despedidos si no aprueban la evaluación hasta en tres oportunidades. Los maestros del Sutep, los que de seguro votaron masivamente por el presidente Humala, quieren ser juez y parte en las evaluaciones para desde allí favorecer de alguna manera a algunos de sus irresponsables afiliados.

Alberto Fujimori le puso énfasis a la estructura educativa con la construcción de colegios en todo el país mientras Alan García intentó premiar económicamente el esfuerzo personal de los maestros después de ser evaluados. Reconocer los esfuerzos individuales es incentivar el desarrollo y las expectativas de los maestros. Es deprimente que un buen profesor reciba el mismo salario que otro que ni siquiera tiene deseos de mejorar. El éxito individual de los maestros debe ser recompensado para romper la mediocridad en la escuela pública cuyos resultados están en una posición vergonzosa frente a otros países. El prurito de cambiarle el nombre a las leyes no ayuda por ser una práctica que confunde y entorpece todo lo que se pudo haber avanzado. La ley se mejora agregando todo lo que en su momento no se vio, corrigiendo todos los errores acontecidos hasta el momento, escuchando a los expertos y no a los políticos. Los directores deberían evaluar a los profesores que ellos seleccionaron para sus planteles y corregir el impedimento que tienen otros profesionales de ser docentes por no tener el título de pedagogos. El Sutep tiene la exclusividad y el dominio total de la educación pública peruana, impidiendo que ingenieros, médicos y abogados puedan ser partícipes del desarrollo educativo nacional. Una visión más amplia.

Una pena que estudiantes con talento y audaces no encuentren en la docencia una meta. El mundo globalizado es un abanico de posibilidades para los perseverantes y ambiciosos. Para muchos la docencia no califica en ese mundo por la escasa competitividad del maestro frente a otros profesionales. Una ley educativa no debe mutilar el ímpetu del maestro  desde su primer día de clases con sueldos vergonzosos, confundido en la mediocridad de sus colegas, la determinación abusiva del Sutep y víctima de la dictadura de los padres de familia y alumnos que dirigen ahora los destinos de la escuela pública.

                                                                                Manuel A. Gago                                  

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