miércoles, 4 de diciembre de 2013

Antropólogos encuentran restos de 56 víctimas de matanzas en la decada de los 80 en Perú

Los restos óseos de 56 víctimas de matanzas de civiles, entre ellos 26 niños y 18 mujeres, víctimas de la represión militar durante la llamada guerra interna contra grupos alzados en armas, fueron encontrados y exhumados en Perú.

Las osamentas estaban enterradas en 19 fosas en apartados parajes de las regiones andinas de Ayacucho, epicentro de la acción desatada por la organización criminal de Sendero Luminoso en 1980, y en el Cusco y las masacres se registraron, según testigos, en 1986, durante el primer gobierno del presidente Alan García.

Estaban a poca profundidad y fueron ubicadas por una expedición de antropólogos y otros científicos, así como dos fiscales, que tiene proyectado abrir hasta fin de año 48 tumbas y exhumar restos de 202 víctimas de las matanzas.

Los científicos encontraron en las sepulturas casquillos de proyectiles de fabricación y uso militar.

Parte de las fosas se encuentran en el distrito ayacuchano de Chungui, considerado como el que sufrió la violencia más devastadora, según el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que en la década pasada investigó la violencia del periodo 1980-2000.

Los restos tienen huellas que evidencian que las víctimas fueron ejecutadas con armas de fuego o despedazadas y en muchos casos decapitadas y los autores fueron militares y civiles que colaboraban con los uniformados, según los testigos.

Esa Comisión de la Verdad registró la existencia de 300 fosas en ese municipio y, según los censos de 1981 y 1993, la población de Chungi bajó 45,7 por ciento, de ocho mil 257 a cuatro mil 338, por las masacres y por la emigración de sus habitantes.

La fiscal Gloria Pareja, quien trabaja con los científicos en las exhumaciones, adelantó que será muy difícil ubicar a los oficiales al mando de las tropas que cometieron las matanzas, y de ser identificados tendrían mucho margen para invocar la presunción de inocencia.

Sin embargo, señaló que la responsabilidad (autoría mediata) de las ejecuciones recae en los mandos militares de la zona en aquella época que ordenaron las operaciones y cuyos nombres sí están registrados por el Ejército, reseña argenpress.info

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