miércoles, 14 de mayo de 2014

VRAEM: ¿Del paro contra la erradicación a la resistencia armada de defensa de la coca?


Hace poco más de dos semanas, el domingo 27 de abril, la Federación de Productores Agropecuarios del Valle del río Apurimac y Ene (FEPAVRAE), acordó la convocatoria y realización de un paro de los cocaleros en el VRAEM los días 14 y 15 de mayo, debido a la falta de respuesta de la Mesa de Dialogo o de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) a sus demandas y, por extensión, contra la erradicación forzosa de los cultivos de coca anunciado por DEVIDA hace meses. Esta medida de fuerza los cocaleros, luego de las protestas de los años 2002-2004, reaparecen en el escenario interregional en pos de una respuesta clara del gobierno a sus demandas y en defensa de la coca contra erradicación forzosa de la coca en la zona.

¿Cuál fue el detonante para que la FEPAVRAE acordara la convocatoria de un paro de los cocaleros de dos días? Un ex dirigente de esta organización gremial, la aprobación del paro se debió porque "que el gobierno no nos dan la respuesta del mesa del dialogo. Ellos pidieron darnos en cinco semanas y nada hasta ahora. Ya paso mucho tiempo." Asimismo, señalo que "será un paro con mucho cuidado de las infiltraciones que puede haber". Y, agrego señalando lo siguiente: "esperamos llenar la plaza principal de Pichari. Estamos hablando de 10 a 15 mil hombres". De lo aludido queda claro lo siguiente: el detonante de la convocatoria del paro de 48 horas ha sido la falta de respuesta de la PCM, que se comprometieron en responderle en cinco semanas.

Esa es la razón porque los cocaleros pasaran de la concentración pasiva del I congreso interregional, realizado en Palmapampa, el mes de febrero pasado, a la movilización activa y multitudinaria exigiendo respuesta y la erradicación en el VRAEM. Pero, esa razón es formal, un procedimiento administrativo. Efectivamente, la exigencia de respuesta a sus demandas a la PCM, puede o no frenar la medida de fuerza que realizaran. ¿Por qué? Si bien su plataforma tiene alrededor de 40 puntos, sin embargo, su propuesta capital es que no haya erradicación forzosa de los cultivos de coca ilegales en sus cuencas. Esa es la apuesta centra de los cocaleros; a lo sumo aceptarían la erradicación gradual y voluntaria, propuesta que rechazaron el año 2003.

Plantean esas dos exigencias pese a que –cuando se reunieron- el primer ministro les dijo que la “erradicación es una política de Estado”. Y, una política de estado, no se negocia. En consecuencia, ¿si la PCM les da una respuesta escrita en esa línea, es decir que se va a erradicar la coca ilegal, cuál será la actitud de los cocaleros? ¿Aceptaran sin resistencia la erradicación forzosa en el VRAEM? ¿No habrá choques y violencia de los cocaleros contra los erradicadores y quienes les den seguridad? ¿Saldrán las columnas armadas del clan Quispe Palomino a defender la coca, insumo básico de la pasta y cocaína, que –al igual que otras firmas- ellos trafican? ¿Qué harán los “poceros”, traqueteros, “mochileros” y sicarios, que producen y trafican la droga?

Visto de esta manera, podemos vislumbrar tres escenarios. En primer lugar, en lo inmediato, los cocaleros pretenden hacer una demostración de fuerza organizada y multitudinaria contra el gobierno y la erradicación forzosa, pero sin el radicalismo que caracterizo las protestas del primer lustro del siglo XXI. El ex dirigente cocalero lo dejo claro: "la gente en el VRAEM está muy alerta ante una violencia venga de donde venga. En la ultima la marcha por la paz ese era el lema, el rechazo a la violencia y por la paz". Sea con radicalismo o sin él, esta movilización y concentración de miles de cocaleros en la plaza de Pichari será el reentre de un movimiento cocalero articulado. Y se convierte en el principal actor social en la zona.

Posteriormente, con o sin respuesta de la PCM, el eventual ingreso –por primera vez desde que apareció la coca/narco en este valle- de la erradicación al VRAEM configurara un conflicto de grandes y graves proporciones entre los cocaleros (se calcula que 20 mil familias están dedicadas a la siembra): devendrá en una amplia, masiva y radical resistencia contra el CORAH, las FFAA y policías en defensa de los cultivos de coca. Ese fue el grito de los 10 mil cocaleros que se concentraron en Palmapampa y es la decisión de la casi totalidad de cocaleros. ¿Su objetivo? Frenar y suspender la erradicación forzosa. En suma, estamos en el preámbulo de una colisión frontal y violenta de los cocaleros y el Estado.

En segundo lugar, este conflicto no se caracterizará solo por paros, marchas y choques entre los cocaleros con los erradicadores con “huaracas” (ondas para lanzar piedras) o palos y picos, como pudo ser el año 2002. La disposición que predomina en ellos va más de esas formas de defensa de la coca. Es altamente probable que una parte muy importante o la mayoría de los cocaleros, que son miembros de los comités de autodefensa y poseen las armas dadas por el Estado, desarrollen una resistencia armada en defensa de la coca. Pero, no solo participarían los actuales miembros de autodefensa, sino también los antiguos miembros de la Defensa Civil Antisubversiva (DECAS), que lucharon y derrotaron –en alianza con las FFAA- a SL en el lapso de 1984-1991 y son cocaleros.

Se trata, pues, de hombres con experiencia de guerra y armados. Armas que, tras la derrota de SL, el Estado no lo recupero o que los compraron con los cupos de los narcotraficantes o sus propios recursos. A ello hay que sumar las armas procedentes del narcotráfico, particularmente desde 1998 hasta la fecha. Ergo, tanto las armas que el Estado les dio y las que obtuvieron del narcotráfico serán utilizadas por los ronderos/cocaleros para enfrentarse, con las estrategias que aprendieron en la lucha antisubversiva, con el Estado: los trabajadores del CORAH y los policías y militares. Este es un escenario en curso, en preparación. Una frase de un cocalero, oído en el campo, es contundente: “si entran a erradicar, morirán de ambas partes.

En tercer lugar, es absolutamente probable que a la eventual resistencia armada espontanea de los amplios sectores de cocaleros se sumen las columnas armadas del clan Quispe Palomino, quienes desde el mes de mayo hasta poco antes del abatimiento de “Alipio” y “Gabriel”, agosto del 2013, llamaban a los cocaleros a un “levantamiento armado” en defensa de la coca. Eso tiene asidero factico. Efectivamente, entre los meses de setiembre y octubre de año pasado, lograron una recomposición post golpe a la cúspide de la estructura de esta narcoorganizacion. Los diversos hostigamientos a bases militares en la parte ayacuchana y cusqueña son signos inequívocos de esa recomposición.

Cabe precisar lo siguiente: la resistencia armada que los cocaleros, del norte y sur del VRAEM, puedan desarrollar no implica que hayan sido ganados por la organización narco-militar de los hermanos Quispe Palomino. No es así. Es, simplemente, una confluencia de intereses económicos, más no política ni ideológica. No se unificaran, ni entrelazaran. Serán, de darse este escenario, dos dinámicas violentas que –en especial en el sur del VRAEM- irán por “cuerdas separadas”. Se producirá una “alianza” para defender la coca. Ello no quiere decir que muchos cocaleros –sobre todo del norte del VRAEM- lo vean como un aliado en la defensa de la coca. Así lo ven. Ese es un dato de la realidad.

Sin embargo, en un escenario de erradicación forzosa y resistencia armada descrita, no se tiene claridad de cómo actuaran otros componentes de la cadena narco: los “poceros” o narcotraficantes, “traqueteros”, “mochileros” y sicarios que producen y trafican la droga que se produce en el VRAEM. Una posibilidad, como ha ocurrido en otras zonas donde la erradicación ha ingresado, es que estos sectores salgan de la zona rumbo hacia otra zona. Pero, por tratarse de la principal zona de producción de coca y cocaína, no se puede descartar que algunos de estos participen de la defensa de la coca.

Así, pues, el paro del 14 y 15 de mayo podría ser el inicio de un conflicto nunca antes visto en el Perú. No será como cualquier otro conflicto social que hemos visto. Sera –de producirse y no saber tratarlo- un conflicto de grandes y graves consecuencias sociales. O, como dijo un ex secretario general de la FEPAVRAE: “si la erradicación forzosa entra al VRAE será una carnicería. Dicho en otros términos, la resistencia armada contra la erradicación será una de las nuevas expresiones de la narcoguerra que vive el VRAEM desde el año 2005.
Jaime Antezana Rivera

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