martes, 15 de julio de 2014

Moral confusa



Los periodistas piden la renuncia del ministro del interior, general Daniel Urresti. Ya medio mundo sabe que “Arturo”, como se le conoció en Ayacucho, habría sido parte de un grupo del ejército ejecutando al periodista Hugo Bustíos en 1988. Sus bríos no parecen haber menguado después de 28 años. Su carácter es evidente con cada bombazo contra la minería ilegal. “No pisaremos cayos, les reventaremos la cabeza” habría dicho, haciéndonos saber cómo tratará a la delincuencia nacional. Los operativos que encabeza es lo que le gusta a la gente. El 25% de la población lo apoya. La percepción es que ahora si hay un ministro de armas tomar, macho, con cojones, poniendo el pecho por los peruvianos indefensos y acobardados. A la moral confusa no le importa si mató o no con tal que solucione el problema de rateros y asesinos. No duerme, es aplaudido en el Callao, ordena directamente a sub oficiales, muestra lo incautado y no usa chaleco antibalas. Es el superhéroe esperado desde hace tiempo. Mano dura con la delincuencia, a reventarles la cabeza con el aplauso de la población. La efectividad de sus acciones levantaría algunos puntos la alicaída popularidad de “Carlos”, el sobrenombre de Ollanta Humala en la localidad de Madre Mía.
¿Qué hacemos? ¿Aplaudimos al locuaz ministro de pelo en pecho o nos quedamos del lado de la ley? Entre te quiero y no, la Justicia aún no sabe si acusarlo como autor mediato o autor directo del crimen. Suelta de huesos, una guapachosa entrevistadora dice “es difícil demostrar una autoría mediata”. No opina igual tratándose de otro. Moral confusa. 

Manuel A. Gago

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