El centro histórico de Quillamachay, en la provincia de Acobamba, es un deber de todos los huancavelicanos y de todos los connacionales, porque están plasmadas en los muros de las cuevas, varias imágenes que dejarían asombrados a más de un historiador. Pinturas rupestres huancavelicanas, una de las más importantes de toda la Tierra del Mercurio.
Visitar las cuevas puede traer una gran desazón, pues (aparentemente) jóvenes dejaron sobre las pinturas y petroglifos de este centro turístico varias escrituras con cera y otros materiales.
Por si fuera poco, al parecer la misma autoridad habría escrito en esta maravilla de la región. Con pintura spray de color rojo dejó plasmado sobre la piedra un pedido de no dañar las pinturas rupestres, las cuales son patrimonio de todos los huancavelicanos.
Yoli Vargas, gerente de promoción turística de la Municipalidad de Acobamba, dice no hay estudios científicos a profunfidad, solo existen algunos preliminares que dicen que Quillamachay habría servido para dos cosas.
Una de las teorías, es que los antiguos moradores, se cree que de la cultura warpa, estuvieron asentados en dicho lugar y vivieron a base de la caza de animales. La segunda teoría, es que dicha zona la usaban para la caza, en la cual estarían asentados los animales de los cuales ellos aprovechaban la carne.
El historiador y expresidente regional, Federico Salas Guevara Schultz, explica en su libro “Historia de Huancavelica” lo siguiente:
“Quillamachay se encuentra en las alturas de Huancavelica, entre el río Mantaro y Acobamba sobre los 3 mil 800 m.s.n.m. Es una cueva de piso plano de unos 15 metros de profundidad, con aproximadamente 33 metros de ancho. En ella se encuentran pinturas rupestres con motivos de camélidos y figuras humanas que parecieran informar sobre la actividad de la “caza” que se practicaba aproximadamente 10 mil años antes de Cristo. Contiene también petroglifos en forma rectangular, con rayas horizontales en su mayoría y algunas verticales”.
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