viernes, 16 de junio de 2017

¿Se puede ser Apolítico? en la región Junín.


Ocasionalmente he oído decir eso de que "yo soy apolítico, lo que pase en la política, lo que hagan los políticos, no me interesa. Me es indiferente todo ese mundo, la política no existe para mí".
Pero, yo me pregunto: ¿Puede darse tal situación? ¿Puede vivir una persona ajena al mundo de la política o se está engañando a sí misma?

De vez en cuando aparece algún artista o famoso en la tele declarándose "apolítico". Suele ser gente a la que le va muy bien tal y como está todo y no quiere que cambie nada, o eso me parece a mi. Pero claro, esto no es ser apolítico, esto es simplemente... una "pose".

Yo pienso que la política no es un mundo aparte del cual podamos renegar, abstraernos. Cualquier cosa que se haga en política tiene una importante repercusión en la vida de los ciudadanos y cualquier actitud pasiva o activa de los ciudadanos influye decisivamente en quién es elegido para dirigir nuestras vidas. Desde el momento en que votamos a un partido político, desde el momento en que "pasamos de votar", desde el momento en que acudimos a una manifestación, desde el momento en el que miramos hacia otro lado ante las tremendas injusticias del poder, estamos asumiendo una "actitud política", porque tanto lo uno como lo otro está influyendo en nuestras vidas y en las de los demás.

Queramos o no somos "animales políticos", decía Aristóteles.


Ahora bien, hay que reconocer que uno de los grandes éxitos que se puede apuntar la clase política es la desmovilización social, la apatía social, inculcar el sentimiento de que eso de la política es cosa de los políticos, de que eso de la política no va con nosotros, de que hagamos lo que hagamos, votemos lo que votemos, nada va a cambiar. Se aplaude y se fomenta esa actitud "pasiva". "Es mejor que os quedéis en casa, que asumáis con deportividad todas nuestras decisiones y cada 4 años venís a legitimarnos la través de vuestro voto". Es el mensaje que directa o indirectamente nos lanzan constantemente. Nos quieren lejos de los espacios de decisión. Cuanto menos molestemos... mejor.

Algunos os acordaréis de las ansias de participación ciudadana que había en "la transición". Había infinidad de partidos políticos, de asociaciones de vecinos, que pretendían tener una participación activa en las decisiones que se toman. Eso se acabó. Ahora estamos en la "alternancia en el poder": Ahora te toca a ti mañana me toca a mi y mejor nos llevamos bien y no nos hacemos daño.

Leía recientemente en el blog de Federico Mayor Zaragoza: "...El silencio de los pueblos fortalece el poder absoluto, el proceder arbitrario de los gobernantes, el obediente comportamiento de los representantes parlamentarios que no “parlan”, que siguen sin objeción alguna las consignas del partido, del mando". Leía en el mismo blog: "... Pero la inmensa mayoría de los ciudadanos siguieron siendo súbditos silenciosos, espectadores impasibles, testigos mudos y atemorizados de lo que acontecía. Y daban su propia vida sin rechistar".

Mencionaba Jose Luis Montero en su blog EL VIAJERO ACCIDENTAL una cita de Edmund Burke que dice que "para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada".

No, nadie es ni puede ser apolítico, porque hagamos lo que hagamos influimos decisivamente en el modelo social que padecemos o disfrutamos.


con el apoyo de Berta Lette Rivera

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