Tendré que regresar a España, me lo he prometido como siempre hago al encontrarme en este suelo, tendré... y cuando esto suceda, me daré una vuelta por Navarra, la llamada Comunidad Floral, mejor dicho por Pamplona su capital, por este periodo del año. Pues como en cada año, del 6 al 14 de julio, se celebra por esos lares los archiconocidos y muy célebres Encierros de San Fermín en el marco de la festividades en honor del mismo santo.
Esta mañana, como en las de los últimos días, desde un poco antes de las ocho, hora de la península, me he sentado frente a la televisión y esperado el inicio del encierro de este 10 de julio. Uno, en la que como en todos estos días a partir de las 8 en punto, ni un segundo más ni un segundo menos, varios miles de los llamados “mozos”, corriendo en principio por delante, o por los costados o siguiéndolos, acompañan a los toros que deben recorrer los 849 metros que los conducen hasta la plaza de toros, donde esto termina en medio de la alegría y algarabía de la gente.
Hizo bien mi cuñado en anunciarme el eminente inicio de este dominical encierro. No me hubiese perdonado perder de vista, por la televisión siquiera, como estos diez Miura, a una velocidad inusual según se dice, hacían huir y atropellaban a quien encontraban en su camino. Y aunque, no hubo esta vez, como en el encierro del 10 de julio de hace dos años una víctima mortal debido a un cuerno del entonces astado “Capuchino”, sí que hubo algunos contusos.
No hubiera podido ser de otra manera, pues para un neófito en estos asuntos como yo, me parecía, comparando a lo que había visto ayer y anteayer, que desde el inicio estos toros complicarían las cosas a quienes siendo varios miles en esta ocasión los acompañarían; pues muy pronto, desde poco después del lanzamiento del cohete al que denominan “chupinazo”, los llamados “pastores” quedaron atrás, lejos de estos Miura que impusieron una insostenible cadencia con su majestuoso paso.
Fue a decir de los entendidos un encierro tenso, además de rápido que, aunque ha dejado 3 heridos y algunos contusos, ha dejado tras sí también un deseo de ver más en alguien como yo. Bravo por ello...
Autor: Francisco Huanacune
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