El gabinete Valdés, segundo en cinco meses de Humalismo, está llamado a caracterizarse por ser una maquinaria de logros.
No de primeras piedras de emprendimientos que solo Dios sabe si se harán o de Memorandos de Entendimiento, que se diluyen en el tiempo o de lanzamientos de programas, cuyos resultados los veremos en no menos de dos años o de acuerdos de cooperación con gobiernos, que no producen nada. La ciudadanía amerita la obra tangible, mucha perorata ha escuchado por los medios audiovisuales, demasiado despliegue ha leído en papel color salmón, de formato tabloide y estándar, por lo que hoy se ha convertido en fiel devota y seguidora del apóstol Tomás y su credo: “ver para creer”.
En esta lógica, los ministros generadores de polémica serán para el gobierno, ruidosos acompañantes, una especie de “maldita vecindad”. Por el momento acaba de inscribirse en esta lista, con “boarding pass” asegurado, la titular de la cartera de la mujer, Ana Jara. Desde su juramentación con invocación divina, pasando por querer patentar el cambio de nombre de su institución y siguiendo con su cucufatería en el tema de la píldora del día siguiente y el aborto, está en línea divergente con lo que se necesita, logros.
El concepto también se aplica a los capitostes de entidades con alta exposición pública, entre ellas la seguridad social, donde el médico Álvaro Vidal, también tiene “check in”, en el asiento del lado de la iqueña Jara. En lugar de mostrar servicios a la comunidad y tiene una gran herramienta en los llamados Hospitales de Campaña, se ha dedicado a la cacería de los que pasaron por la administración anterior, el único discurso que suena es: “acabemos con la corrupción”, labor que debe encargarla al ente especializado, Contraloría, mientras él debería estar construyendo.
El mismo premier Valdés está haciendo méritos en este programa del “último pasajero”, sus declaraciones en torno al caso Chile, fueron inoportunas y torpes. Ministro, su tarea, más allá de mostrarse como duro gendarme, tiene que seguir la pauta de la inauguración en tres turnos. Si no es así, continuará rompiendo botellas de espumante, para champagne no da, de las obras gestadas por su antecesor, Alan García. Ya lo ha hecho en Olmos, la próxima será el tren eléctrico. Aplíquese porque está a un paso de convertirse en el departamento de promociones del vendible producto: “Alan 2016”.
Fuente: www.cesargutierrez.com
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