martes, 11 de febrero de 2014

“Taita Mariscal Andrés Avelino Cáceres" "El Brujo de los Andes" brilla en la memoria nacional y ejemplo a seguir



General. Edwin Donayre Gotzch.

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray Nació el 10 de noviembre de 1836, día de San Andrés Avelino, en la ciudad de Ayacucho. Sus padres fueron Don Domingo Cáceres y Oré, hacendado de Ayacucho y Doña Justa Dorregaray Cueva, hija del coronel español don Demetrio Dorregaray y descendiente por línea materna de Catalina Wanka, quien fuera princesa Incaica-Wanka.

Hecho histórico de auténtica estrategia militar basada en la audacia, sagacidad y valentía de uno de los más grandes héroes que tiene el Perú, el Gran Mariscal Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, un militar Ayacuchano, dotado de gran espíritu patriótico que desconoció el ominoso Tratado de Ancón de 1883, que fraccionaría nuestra patria a favor de Chile.

Andrés Avelino Cáceres, el Soldado de La Breña, es uno de los principales paradigmas de la Nación Peruana. Cáceres brilla en la memoria nacional como el ejemplo a seguir. Su legado es imperecedero; sus ideales son eternos. La vida del Soldado de La Breña, hoy más que nunca, aparece en la historia como una lección plena de enseñanzas, para esta generación y aun para todas las que se sucedan en el porvenir.

Cáceres consagró a la Patria el íntegro de su gloriosa existencia, y por ello entre los peruanos tiene un recuerdo en cada memoria y tiene un altar en cada corazón. No hay peruano que no pronuncie su nombre con sentida unción patriótica, recordando al hombre extraordinario que, luchando contra todas las adversidades, supo conducir, en horas difíciles para la patria, la bandera del honor y de la dignidad nacional.
Cáceres no fue ungido héroe en virtud de un decreto. Cáceres fue elevado a esa categoría inmortal por la opinión de todos sus compatriotas, que reconocieron en él a un hombre superior, al hombre que encarnando el más acendrado patriotismo, puso al servicio del Perú todas sus energías, todo su valor y toda su alma.

De 1879 a 1884, durante cuatro años de incansable trajinar, Cáceres recorrió de sur a norte nuestro dilatado territorio, tramontando los picachos andinos, atravesando torrentosos ríos, recorriendo angustiosos yermos, presentándose en todas partes, infatigable, sereno y soberbio, ante un enemigo que se sorprendió de tanta audacia.
Grabado está en la memoria histórica del Perú que el heroísmo de Cáceres en la Guerra con Chile, con el sacrificado esfuerzo de sus soldados civiles y militares, puso a salvo el honor y mantuvo incólume la dignidad nacional. Figura de perfil espartano, guerrero de insignes audacias, patriota de férrea voluntad, Cáceres dignificó la derrota en aquella infausta contienda.

Pero además de guerrero sin par, Cáceres fue también un egregio ciudadano. La historia le debe aún un reconocimiento por su labor de democrático estadista, en el difícil período de la Reconstrucción Nacional. Como Jefe de la Nación Cáceres fue un estadista vidente. Llegó al poder después del desastre e inició la difícil tarea de la Reconstrucción Nacional.

Eduardo Velorio, en su columna “Vida Obrera” del diario “La Crónica”, escribió con pluma iluminada estos párrafos que me permito repetir, porque sintetizan el contenido de un hermoso legado que mantiene plena vigencia:
“¿Ha caído el Gigante! Pero ha caído como caen los hombres de su temple: abrumado por el peso de su gloria. Y al descender al sarcófago funerario, anhelando reposo para su venerable ancianidad, ha emprendido, también, el vuelo majestuoso hacia el templo de la inmortalidad, aureolado por el nimbo refulgente de sus acrisoladas virtudes ciudadanas, que harán perdurar su memoria en el corazón de sus compatriotas... Pero el Mariscal Andrés Avelino Cáceres no ha muerto: su espíritu vive en nuestros corazones y su bastón de mando, que tendremos siempre a la vista, será, cuando marchemos al combate, el que nos señale el camino a la victoria, o el lugar en que debamos inmolarnos, al pie de nuestra bandera, antes de permitir el ultraje de nuestros enemigos”.

El Mariscal Andrés Avelino Cáceres Dorregaray es un símbolo de la Peruanidad. A todos nos representa, civiles y militares, sin ningún distingo, pues encarnó las más puras aspiraciones y los más caros ideales que mantienen plena vigencia, porque la patria soñada por el Mariscal Avelino Cáceres está aún en construcción. Tenemos la certeza que todos los nacidos en este bendito y hermoso país, hacen suyo el noble anhelo de luchar en todo lugar y tiempo por labrar una Patria Libre, Grande y Digna, como lo quiso Cáceres.

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