Dicen, es la última oportunidad para salvar el planeta, para asustarnos, para ponernos del lado de ideologizados ecologistas radicales cuya máxima no son ni los árboles ni los animales en peligro de extinción, sino evitar las inversiones en países, como Perú, cuya economía se sustenta principalmente en minera y petróleo y gas. ¿Cuál es el interés por detener nuestro futuro? Son los países del primer mundo quienes emiten la mayor cantidad de gases contaminantes y nos piden a nosotros detener nuestras actividades extractivas responsables. Estar del lado de un mundo limpio, libre de todo tipo de contaminación - como la basura peruana - no obliga a ponernos del lado de grupetes ambientalistas, mismo Greenpeace, burlándose de patrimonios nacionales - como las líneas de Nazca -, que se pasea por el mundo en primera clase, comiendo gourmet y vino rancio con el cuento de que mañana se acaba el mundo por culpa de la minería, negando la posibilidad científica de que el calentamiento global puede ser un ciclo natural del universo, influenciado por fenómenos solares y cuanto efecto universal pueda existir. El acuerdo COP-20 firmado apresuradamente nos dice todo.
Manuel Gago Medina
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