domingo, 1 de mayo de 2011

El Papa que destrozó al comunismo



Juan Pablo II sigue siendo recordado en todo el mundo, y no sólo por los católicos, por los logros de su papado. Por ejemplo, para los argentinos fue el Pontífice que evitó la guerra con Chile, gracias también a los oficios de los dos nuncios o embajadores papales en Santiago y en Buenos Aires, Angelo Sodano y Pío Laghi.

Pero, a nivel global,
Juan Pablo II es recordado, en un plano estrictamente político, como el Papa que contribuyó de manera decisiva al derrumbe del comunismo. Ese fue su objetivo político número uno desde que fue elegido Papa en 1978, en una decisión que sorprendió al mundo, demasiado acostumbrado a que los pontífices fueran todos italianos.

Wojtyla era el arzobispo de Cracovia y un férreo luchador contra el comunismo en Polonia cuando fue elegido Papa, poniendo fin a 455 años de papas italianos, luego de la sorpresiva muerte de Juan Pablo I.

En aquel momento, Wojtyla era un completo desconocido incluso para los periodistas que cubren las noticias de El Vaticano, los "vaticanistas".

Veinte años después, el gran periodista italiano Bruno Vespa (se lo puede ver conduciendo "Porta a Porta" por RAI International) me contó que a principios de 1978 había sido invitado a cenar con el arzobispo de Cracovia en la iglesia de los polacos, en Roma.

Vespa, que siempre ha tenido excelentes contactos en El Vaticano, no lo conocía y, en un momento, se le ocurrió preguntarle, como para decir algo, cuándo habría un papa no italiano. "Todavía no es tiempo", le contestó Wojtyla en una respuesta que dejó sin habla al experimentado periodista.

Unos meses después, Wojtyla se convertía en Juan Pablo II y en la RAI no encontraban a ningún periodista que supiera quién era este polaco que había sido elegido Papa, hasta que Vespa comentó sobre su cena y fue enviado de inmediato a la Plaza San Pedro como cronista.

En la coalición que derrumbó al comunismo, Juan Pablo II cumplió el decisivo rol de vaciar al socialismo real de sus supuestos valores superiores con relación al capitalismo y a la democracia liberal; su carisma insuperable, su formación, su pasado de lucha en su país contra el socialismo real y su habilidad para llegar a todos los públicos dejaron al comunismo sin alma.

Por Ceferino Reato

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