Escribe Jaime Antezana Rivera
El Callao está controlado por las bandas delincuenciales y sicarios que, cual hidra se regeneran cuando son desarticuladas, hacen lo que les da la gana. Ni la captura de “Caracol” ni el estado de emergencia acabó con estas. Y, cuando las bandas no se recomponen, surgen otras bandas que las sustituyen.
Un hecho lo pone en evidencia. Hoy, alrededor de las 11.50 am, dos sicarios en una moto lineal (la modalidad preferida por estos) se estacionaron en la puerta de la vivienda de Jessica Cortez Candela, en urbanización “El Alamo”, Callao. Se estacionaron porque Cortez Candela estaba en la puerta.
La cosa no quedo ahí. Al toque uno de los sicarios (el del asiento trasero) se levantó el polo y saco una pistola negra de su abdomen (un lugar donde habitualmente no llevan armas) y le apunto directamente a ella, mientras que el sicario que manejaba la moto le dijo varias veces: “mátala, mátala”.
Y, para que no quede duda quien enviaba la moto y a ellos, el sicario dijo en voz alta: “somos de los Maras”. ¿A qué se refería con esa frase el sicario? A la organización criminal llamada “Los Maras del Callao” que fue desarticulado en un megaoperativo policial, el 13 de diciembre pasado.
Eran ellos. Y venían por ella. Y estando apuntada con el arma, la comunicadora Cortez Candela, en medio de un estado shock, solo atinó a decirle. “las cámaras te están filmando”. Esas palabras paralizaron al sicario. Lo puso en una situación de incertidumbre. No disparo. Aceleraron la moto y se fueron.
Así se salvó de la muerte la comunicadora Jessica Cortez Candela. Pero ella aún continua en zozobra. No sale del estado de shock. Lo ocurrido, desde el momento que la moto con los dos sicarios estacionó en su casa, conmociono a la vecindad. Pensaron lo peor. Ellos tampoco salen del estado de zozobra.
¿Por qué los “Maras del Callao” mandaron asesinarla en su casa? Dos razones: porque la consideran la responsable de su desarticulación y se estaba cuidando pues se había enterado por varios mensajes de sus vecinos que esta banda se vengaría. No salía mucho de su casa. Por eso, fueron a buscarla.
Esa sería la explicación por qué los miembros de esta banda criminal que, según el Diario El Comercio, se “dedicada al tráfico ilícito de drogas y extorsión en el primer puerto” intentaron “ajustar” cuentas con la comunicadora Cortez Candela. Si no fuera por las cámaras que hay en la zona, ya estaría muerta.
Este intento de ajuste de cuentas a Yessica Cortez, visto en un contexto signado por múltiples y permanentes ajustes de cuentas que sigue ocurriendo en el Callao, confirma que las bandas y sicarios hacen lo que les da la gana en el Callao. Controlan las calles. Controlan el territorio.
¿Y la policía? No hacen nada. Están en sus oficinas. Y, si están en las calles, deben estar protegiendo la microcomercializacion de drogas o a las bandas. El caso de los “Maras del Callao” demostró que tenía protección policial. Es más: miembros de la PNP eran parte de esta organización.
¿Y el ministro del Interior? Luego de ir a ver la destrucción de pistas de aterrizaje que casi no se utilizaban en Pasco y Huánuco dio una entrevista sobre los asaltos a bancos. No se sabe más. En tanto las ciudades del país están en manos del hampa y los sicarios del narcotráfico.
Fuente: Jaime Antezana Rivera
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Un hecho lo pone en evidencia. Hoy, alrededor de las 11.50 am, dos sicarios en una moto lineal (la modalidad preferida por estos) se estacionaron en la puerta de la vivienda de Jessica Cortez Candela, en urbanización “El Alamo”, Callao. Se estacionaron porque Cortez Candela estaba en la puerta.
La cosa no quedo ahí. Al toque uno de los sicarios (el del asiento trasero) se levantó el polo y saco una pistola negra de su abdomen (un lugar donde habitualmente no llevan armas) y le apunto directamente a ella, mientras que el sicario que manejaba la moto le dijo varias veces: “mátala, mátala”.
Y, para que no quede duda quien enviaba la moto y a ellos, el sicario dijo en voz alta: “somos de los Maras”. ¿A qué se refería con esa frase el sicario? A la organización criminal llamada “Los Maras del Callao” que fue desarticulado en un megaoperativo policial, el 13 de diciembre pasado.
Eran ellos. Y venían por ella. Y estando apuntada con el arma, la comunicadora Cortez Candela, en medio de un estado shock, solo atinó a decirle. “las cámaras te están filmando”. Esas palabras paralizaron al sicario. Lo puso en una situación de incertidumbre. No disparo. Aceleraron la moto y se fueron.
Así se salvó de la muerte la comunicadora Jessica Cortez Candela. Pero ella aún continua en zozobra. No sale del estado de shock. Lo ocurrido, desde el momento que la moto con los dos sicarios estacionó en su casa, conmociono a la vecindad. Pensaron lo peor. Ellos tampoco salen del estado de zozobra.
¿Por qué los “Maras del Callao” mandaron asesinarla en su casa? Dos razones: porque la consideran la responsable de su desarticulación y se estaba cuidando pues se había enterado por varios mensajes de sus vecinos que esta banda se vengaría. No salía mucho de su casa. Por eso, fueron a buscarla.
Esa sería la explicación por qué los miembros de esta banda criminal que, según el Diario El Comercio, se “dedicada al tráfico ilícito de drogas y extorsión en el primer puerto” intentaron “ajustar” cuentas con la comunicadora Cortez Candela. Si no fuera por las cámaras que hay en la zona, ya estaría muerta.
Este intento de ajuste de cuentas a Yessica Cortez, visto en un contexto signado por múltiples y permanentes ajustes de cuentas que sigue ocurriendo en el Callao, confirma que las bandas y sicarios hacen lo que les da la gana en el Callao. Controlan las calles. Controlan el territorio.
¿Y la policía? No hacen nada. Están en sus oficinas. Y, si están en las calles, deben estar protegiendo la microcomercializacion de drogas o a las bandas. El caso de los “Maras del Callao” demostró que tenía protección policial. Es más: miembros de la PNP eran parte de esta organización.
¿Y el ministro del Interior? Luego de ir a ver la destrucción de pistas de aterrizaje que casi no se utilizaban en Pasco y Huánuco dio una entrevista sobre los asaltos a bancos. No se sabe más. En tanto las ciudades del país están en manos del hampa y los sicarios del narcotráfico.
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