martes, 26 de abril de 2011
Adictos al petróleo
Es uno de esos aniversarios en que no se celebra nada. El 20 de abril de 2010, una explosión generó un incendio que debilitó la plataforma Deepwater Horizon, administrada por British Petroleum a 67 kilómetros de las costas de Louisiana, en Estados Unidos. Dos días después, se hundió y fracturó el ducto por el que escaparon 779 millones de litros de crudo sin control durante tres meses.
A un año del hecho, es claro que el mayor derrame de petróleo en la historia dejó tras de sí mucho más que malos recuerdos. Los daños ambientales podrían perdurar por décadas, y afectar de manera importante a unas 400 especies de organismos, desde los microscópicos que son el inicio de la cadena trófica en el mar, hasta los grandes mamíferos, incluidos los seres humanos.
Los casos surgen lentamente y la certeza científica es contundente, habrá daños sensibles. Tan sólo en Estados Unidos, investigaciones recientes muestran ya una mortalidad atípica en delfines de la región, además de casos inéditos de malformaciones congénitas en estos animales.
Lo curioso es que en la medida que surgen las evidencias, se difumina la idea de sanciones ejemplares a los responsables del incidente, así como medidas correctivas. De hecho, los primeros días de enero pasado el gobierno de Estados Unidos avaló 13 nuevos proyectos de exploración profunda en el Golfo de México, con base en antiguos estándares, los mismos que rigieron la edificación de la plataforma causante del derrame.
Parece que esa nación no está dispuesta a poner en riesgo su economía, en parte ante la falta de tecnologías seguras y eficientes que sustituyan de la noche a la mañana el petróleo, energético que además sigue siendo el principal sustento de producción de las grandes potencias.
Se mira complejo el panorama destinado a superar la adicción mundial por los hidrocarburos.
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