Por André Suárez
Cada 28 de julio desde 1921 en el Perú se celebra la Misa Solemne y Te Deum sin que muchos sepan el origen de estas celebraciones eclesiásticas; más aún, hay quienes no saben que esta ceremonia es realmente dos actos oficiales en uno solo.
La misa regular llevada a cabo por el Arzobispo de Lima ante la presencia del Presidente oficialmente inicia a las 8:00 a.m. El ‘Te Deum’, que no dura más de tres minutos, viene a ser el himno oficial de la Iglesia Católica tradicionalmente entonada en acción de gracias a Dios. El nombre del cántico viene del latín que significa “A ti, Dios”, tal como reza su primer verso.
Las dos ceremonias se celebraron en 1821 a cargo del monseñor Bartolomé María de las Heras a pedido del libertador de José de San Martín para consagrar el fin de la era colonial española, posteriormente la actividad se oficializa en la era republicana. El responsable musical del oficio religioso en aquella primera celebración fue el violonchelista ítalo-peruano Andrés Bolognesi, quien era Maestro de Capilla de la Catedral y padre de Francisco, el héroe nacional en la Guerra del Pacífico.
El Te Deum, por cierto, no es una ceremonia únicamente celebrada en nuestro país por la Independencia, también se festeja en Chile, Ecuador, Argentina y Colombia. En el caso de la Santa Sede, la celebración es cada 31 de diciembre y es oficiada por el Papa.
El origen religioso del himno cristiano registrado en la Liturgia de las Horas, conjunto de oraciones oficiales fuera de la misa, se remonta al año 387 cuando San Agustín de Hipona fue bautizado por San Ambrosio de Milán. El Te Deum se originó, entonces, mediante una improvisación de Ambrosio inspirado en el Espíritu Santo y las respuestas de Agustín. Por otro lado, estudios señalan que el obispo griego Aniceto de Remesiana fue quien escribió el rezo en el siglo IV.
Desde su creación y difusión en la cristiandad, el Te Deum ha formado parte de las campañas militares de la colonia española desde mucho antes de la Independencia. Sin embargo, la utilización de esta ceremonia tras la derrota de las tropas realistas tuvo la intención de integrar a la población en beneficio del devenir político nacional.
De acuerdo al antropólogo argentino Pablo Ortemberg, el Te Deum sirvió para “delimitar el carácter solemne del triunfo militar y simbólicamente incluir a Dios” en la lucha independentista, además de que “siempre estuvo relacionado con la construcción ritual de la autoridad”. Por lo tanto, la realización del Te Deum en 1821 sin la presencia del Virrey sirvió para autentificar la causa libertadora, así como su nuevo sistema gubernamental, ante Dios en beneficio de los nuevos peruanos.
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