Muy pronto su local en el centro poblado de Valle Esmeralda se llenó de gente que demandaba su producción de panes. El secreto de su éxito se llama Yucapan, como lo han bautizado los pobladores de la zona.
El yucapan al igual que su pariente ‘papapan’, aprovecha un tubérculo de amplio cultivo Yuso en las poblaciones rurales del Perú. Además de limitar el uso de harina de trigo, cara y escasa en la zona, el yucapan aprovecha mejor un recurso de la zona y da una nueva presentación a un alimento tradicional de la selva.
“La gente aquí estaba acostumbrada a comer la yuca sancochada, en masato o frita, por eso un día agarré el dinero que pude ahorrar con el incentivo que nos da el programa Juntos y me fui a Satipo para moler la yuca seca y obtener harina para preparar el pan”, cuenta Yolanda Candia.
La panadería rural funciona desde el año pasado en su pequeña casa donde a lado de su esposo, trabajan todos los días para preparar entre 40 y 50 soles de pan, que los vende a 5 por un sol.
Ella refiere que con la harina de yuca, se ahorra mucho porque cosechan el tubérculo todo el año en sus huertos y con ello obtiene mayores ganancias que invierte en su negocio.
“Las charlas que recibimos de los gestores de Juntos y del puesto de salud nos incentivó a realizar este negocio y a la vez poder alimentar a mis cinco hijos, porque yo sé que la yuca tiene muchos nutrientes y da energía”, comenta la beneficiaria de Juntos.
Yolanda dice que con el “yucapan”, también están ayudando a combatir la desnutrición en los niños de Valle Esmeralda. “Con otras mamás de Juntos a veces llevamos a vender a las escuelas y los colegios y es infaltable en las loncheras de nuestros hijos, explica orgullosa de su experiencia.
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