lunes, 11 de abril de 2011

La cara de la tragedia a un mes del terremoto

Cuando el terremoto devastó la ciudad japonesa de Rikuzentakata, el alcalde enfrentó una difícil elección: huir para socorrer a su esposa o ayudar a los vecinos. Tomó una decisión que aún lo atormenta


Minutos antes del violento terremoto, Futoshi Toba disfrutaba un tranquilo viernes luego de un intensivo mes de trabajo desde que se convirtió en el alcalde de esta pequeña ciudad costera.


Llamó a su mujer, Kumi, al mediodía de aquel fatídico 11 de marzo. Le sugirió llevar a sus dos hijos a un restaurante para la cena. "La conversación no duro mucho, pero el destino no siempre da lugar a la elocuencia", remarca el Wall Street Journal, uno de los periódicos que hizo eco de su historia de vida
Momentos después de colgar el teléfono, comenzó a sentir temblores de un fuerte terremoto, que destrozó los servicios de teléfono y electricidad. Inmediatamente, una ola de más de 12 metros de alto aplastaba el dique de la ciudad y se metía con fuerza dentro de Rikuzentakata.


Así como Toba, docenas de residentes trepaban por las escaleras del ayuntamiento en búsqueda de un refugio. El tsunami tapó de agua los primeros pisos del edificio.


"Cuando miré en dirección a mi hogar, vi las casas aplastadas", indicó Toba. "El sonido de la madera astillándose era muy fuerte".  Sus hijos, de 12 y 10 años se encontraban en la escuela, en la cima de la colina, y pudieron escapar del tsunami. Pero su mujer se encontraba en su casa, más cerca del mar.


"Consideré ignorar el pedido de ayuda de los vecinos, meterme en mi choche y correr hacia ella. Pero no podía hacerlo", explicó.  A partir de ese momento, Toba se convirtió en uno de los símbolos del valor japonés ante la catástrofe.


La tragedia dejó más de 27 mil muertos y desaparecidos. De los 23 mil habitantes de Rikuzentakata, uno de cada diez murió por las olas gigantescas que se abatieron sobre la ciudad, sumergiendo su puerto y su parte baja.


"Mi corazón rebosa de tristeza. No le pude pedir disculpas a mi mujer", asegura. Pero su lucha por la ciudad continúa: "Es aún difícil contemplar un retorno a la normalidad mientras aún haya gente desaparecida", asegura Toba, que perdió a 68 empleados municipales, una tercera parte de sus efectivos.


Vestido con ropa prestada, a Toba se lo puede ver trabajando gran parte del día en la reconstrucción de su ciudad. Pocos días atrás, recibió una llamada desde la morgue. Había un cuerpo con la misma contextura y características de su mujer, quien habría cumplido 39 años tan sólo un día antes. Fue hallada a 600 metros de su hogar.


Pero Toba no fue a confirmarlo, sino hasta varias horas después, cuando terminó de trabajar. El cuerpo estaba severamente dañado. Pero era ella. Recién ahí se pudo disculpar.

infobae.com

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