El resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales peruanas -realizadas en un marco de tranquilidad y normalidad- parecería haber confirmado las profecías de última hora. Y mantener abiertos los interrogantes sobre el futuro político peruano.
Como en el 2006, se impuso -de inicio- Ollanta Humala. Concretando así una fuerte remontada final, el líder nacionalista de Gana Perú obtuvo algo menos de la tercera parte de los sufragios. Con el sesenta y cinco por ciento de los votos computados oficialmente estaba, esta madrugada, en un 28% de los sufragios. Le siguen, de cerca, Keiko Fujimori, la líder de Fuerza 2001, de apenas 35 años y Pedro Pablo Kuczynski, de Alianza para el Gran Cambio, que fuera endosado -al cierre de la campaña- por el APRA, ambos aún empatados en el 22% y separados por pequeñas diferencias. La lucha por el segundo puesto ha sido especialmente reñida. Detrás de ellos quedaron, un desinflado Alejandro Toledo, con el 15,5% de los votos, y Luis Castañeda, con apenas un 11,4% del total, confirmando el maleficio que pesa sobre los ex alcaldes de Lima, que no acceden a la presidencia de su país dese 1912.
Nadie estuvo siquiera cerca de obtener el 50% de los sufragios necesarios para imponerse en primera vuelta. Por ello habrá segunda vuelta, prevista para el próximo 5 de junio.
La postergación del centro. Los tres candidatos del centro del espectro político peruano, Pedro Pablo Kuzcynski, Alejandro Toledo y Luis Castañeda, suman, entre todos, cerca de un 48% de los votos. Si Toledo y su ex Ministro de Economía, Kuczynski, hubieran participado juntos, hubieran obtenido claramente el primer puesto. Pero no fue así. Divididos -pese a que en sus propuestas y visiones las coincidencias eran más que las diferencias- podrían no conquistar siquiera el derecho a participar en la segunda vuelta. No obstante, sus votantes seguramente serán quienes finalmente arbitren el resultado final. De todas maneras, aparece una lección a no despreciar, por obvia. En esencia, aquello de que la unión hace la fuerza, también en política, por cierto. Los apetitos personales, en cambio, postergan.
Las cosas recuerdan lo sucedido en el 2006, cuando con un Humala -hoy con 48 años de edad- también vencedor en la primera vuelta, la habilidad política de Alan García le permitió descontar primero la distancia y terminar relegándolo.
Tener que elegir entre Humala y Fujimori, para muchos votantes del centro del espectro político peruano está seguramente lejos de ser una opción ideal. Pero así son las cosas. Según las encuestas, si esa fuera finalmente la opción, Fujimori podría imponerse. Aunque no por un margen descansado. Si la puja, en cambio, fuera entre Humala y Kuczynski, en un escenario de extrema polarización ideológica, Humala tendría posibilidades de salir esta vez airoso. Aunque nada está dicho.
La composición del Parlamento. En el Congreso peruano -unicameral desde 1995- con un total de 130 bancas, nadie tendrá mayoría y la sanción de las leyes requerirá de los consensos y negociaciones; lo que es bueno para la democracia, que supone dispersar el poder, y buscar balances y equilibrios, lo que es distinto a concentrarlo en una sola mano.
Los seguidores de Humala habrían obtenido 39 curules (bancas). Los de Keiko Fujimori, 31, con el hijo del ex presidente Alberto Fujimori (hoy en la cárcel), Kenyi Fujimori, como el legislador más votado en la ciudad de Lima. Kuczynski, por su parte, logró 16 curules; Toledo, 23; y Castañeda 15.
Las razones de lo ocurrido. El éxito de la campaña electoral de Humala se nutrió en la desaparición de los partidos políticos tradicionales, que esta vez no subieron al escenario. Y en el inteligente cambio de imagen estructurado por sus asesores brasileños. La moderación reemplazó en el discurso a sus conocidos planteos emotivos. Tomó distancia de Hugo Chávez, en algún momento hasta con una dosis de agresividad como para que nadie se confundiera y el modelo a imitar pasó a ser el de "Lula" da Silva. También supo alejarse de su compleja familia y del movimiento ultranacionalista de su propio padre, el llamado "etnocacerismo", en recuerdo del General Andrés Cáceres, uno de los héroes de la guerra contra Chile.
Es posible que el desgaste de la dura campaña entre los tres candidatos de centro, que se bombardearon agresivamente entre sí con suma dureza destrozando sus imágenes iniciales, haya hecho su contribución al resultado. Las acusaciones de corrupción, entre otras, generaron la dramática caída del ex alcalde de Lima, Luis Castañeda, en particular, desarticulando una imagen de trabajo y eficiencia que, al comienzo de la campaña, lo había ubicado en el primer puesto de las encuestas, con alguna comodidad, pero que ante los ataques sucesivos fue derrumbándose, paso a paso. Para Alejandro Toledo, atacar fundamentalmente al presidente Alan García, que no estaba en campaña, resultó un error fatal.
Pero en rigor, la razón central de lo sucedido parece estar en que el derrame de los recientes éxitos económicos de un Perú que crece al ritmo de China, se concentró en las clases medias urbanas y no se sintió demasiado a nivel de quienes tienen los menores ingresos; particularmente entre los habitantes de la sierra y del sur del país que se sienten excluídos de la bonanza general. La destrucción de pobreza es real e importante entre los habitantes de los centros urbanos, pero las pronunciadas diferencias de ingresos regionales aún subsisten y se han visto reflejadas en los hechos. Por esto Humala, según las cifras preliminares de Ipsos-Apoyo, habría obtenido más del 50% de los votos en Ayacucho, Cusco, Tacna y Puno. Kuczynski, en cambio, logró imponerse en Lima Capital, con casi el 30% de los votos.
En espera de la segunda vuelta. Habrá que esperar, entonces. No sin una cuota de incertidumbre. Primero para definir el segundo puesto, entre Fujimori y Kuczynski, lo que se conocería algo más tarde, pero hoy mismo. Pero hasta el 5 de junio, concretamente, para saber quien será el próximo presidente de Perú.
Las segundas vueltas electorales son siempre elecciones distintas. Polarizadas, por definición. Ásperas, muchas veces. Con una cuota mayor de discusiones ideológicas y de propuestas concretas.
En este caso, el resultado dependerá presumiblemente de las alianzas que finalmente puedan tejer los candidatos. Particularmente las de Keiko Fujimori con las fuerzas de centro que, habiendo logrado paquetes de apoyo dispersos pero sólidos, no estarán, sin embargo, participando en el repechaje final.
Desde bambalinas, un Alan García mucho más maduro, no oculta su ambición de tratar de regresar mañana a la presidencia de su país; cuando la ley se lo permita. Esto es, luego de transcurrido el período presidencial que corresponda a quien se consagre pronto como primer mandatario del Perú
(*) El autor es ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
lanacion.com.ar
Como en el 2006, se impuso -de inicio- Ollanta Humala. Concretando así una fuerte remontada final, el líder nacionalista de Gana Perú obtuvo algo menos de la tercera parte de los sufragios. Con el sesenta y cinco por ciento de los votos computados oficialmente estaba, esta madrugada, en un 28% de los sufragios. Le siguen, de cerca, Keiko Fujimori, la líder de Fuerza 2001, de apenas 35 años y Pedro Pablo Kuczynski, de Alianza para el Gran Cambio, que fuera endosado -al cierre de la campaña- por el APRA, ambos aún empatados en el 22% y separados por pequeñas diferencias. La lucha por el segundo puesto ha sido especialmente reñida. Detrás de ellos quedaron, un desinflado Alejandro Toledo, con el 15,5% de los votos, y Luis Castañeda, con apenas un 11,4% del total, confirmando el maleficio que pesa sobre los ex alcaldes de Lima, que no acceden a la presidencia de su país dese 1912.
Nadie estuvo siquiera cerca de obtener el 50% de los sufragios necesarios para imponerse en primera vuelta. Por ello habrá segunda vuelta, prevista para el próximo 5 de junio.
La postergación del centro. Los tres candidatos del centro del espectro político peruano, Pedro Pablo Kuzcynski, Alejandro Toledo y Luis Castañeda, suman, entre todos, cerca de un 48% de los votos. Si Toledo y su ex Ministro de Economía, Kuczynski, hubieran participado juntos, hubieran obtenido claramente el primer puesto. Pero no fue así. Divididos -pese a que en sus propuestas y visiones las coincidencias eran más que las diferencias- podrían no conquistar siquiera el derecho a participar en la segunda vuelta. No obstante, sus votantes seguramente serán quienes finalmente arbitren el resultado final. De todas maneras, aparece una lección a no despreciar, por obvia. En esencia, aquello de que la unión hace la fuerza, también en política, por cierto. Los apetitos personales, en cambio, postergan.
Las cosas recuerdan lo sucedido en el 2006, cuando con un Humala -hoy con 48 años de edad- también vencedor en la primera vuelta, la habilidad política de Alan García le permitió descontar primero la distancia y terminar relegándolo.
Tener que elegir entre Humala y Fujimori, para muchos votantes del centro del espectro político peruano está seguramente lejos de ser una opción ideal. Pero así son las cosas. Según las encuestas, si esa fuera finalmente la opción, Fujimori podría imponerse. Aunque no por un margen descansado. Si la puja, en cambio, fuera entre Humala y Kuczynski, en un escenario de extrema polarización ideológica, Humala tendría posibilidades de salir esta vez airoso. Aunque nada está dicho.
La composición del Parlamento. En el Congreso peruano -unicameral desde 1995- con un total de 130 bancas, nadie tendrá mayoría y la sanción de las leyes requerirá de los consensos y negociaciones; lo que es bueno para la democracia, que supone dispersar el poder, y buscar balances y equilibrios, lo que es distinto a concentrarlo en una sola mano.
Los seguidores de Humala habrían obtenido 39 curules (bancas). Los de Keiko Fujimori, 31, con el hijo del ex presidente Alberto Fujimori (hoy en la cárcel), Kenyi Fujimori, como el legislador más votado en la ciudad de Lima. Kuczynski, por su parte, logró 16 curules; Toledo, 23; y Castañeda 15.
Las razones de lo ocurrido. El éxito de la campaña electoral de Humala se nutrió en la desaparición de los partidos políticos tradicionales, que esta vez no subieron al escenario. Y en el inteligente cambio de imagen estructurado por sus asesores brasileños. La moderación reemplazó en el discurso a sus conocidos planteos emotivos. Tomó distancia de Hugo Chávez, en algún momento hasta con una dosis de agresividad como para que nadie se confundiera y el modelo a imitar pasó a ser el de "Lula" da Silva. También supo alejarse de su compleja familia y del movimiento ultranacionalista de su propio padre, el llamado "etnocacerismo", en recuerdo del General Andrés Cáceres, uno de los héroes de la guerra contra Chile.
Es posible que el desgaste de la dura campaña entre los tres candidatos de centro, que se bombardearon agresivamente entre sí con suma dureza destrozando sus imágenes iniciales, haya hecho su contribución al resultado. Las acusaciones de corrupción, entre otras, generaron la dramática caída del ex alcalde de Lima, Luis Castañeda, en particular, desarticulando una imagen de trabajo y eficiencia que, al comienzo de la campaña, lo había ubicado en el primer puesto de las encuestas, con alguna comodidad, pero que ante los ataques sucesivos fue derrumbándose, paso a paso. Para Alejandro Toledo, atacar fundamentalmente al presidente Alan García, que no estaba en campaña, resultó un error fatal.
Pero en rigor, la razón central de lo sucedido parece estar en que el derrame de los recientes éxitos económicos de un Perú que crece al ritmo de China, se concentró en las clases medias urbanas y no se sintió demasiado a nivel de quienes tienen los menores ingresos; particularmente entre los habitantes de la sierra y del sur del país que se sienten excluídos de la bonanza general. La destrucción de pobreza es real e importante entre los habitantes de los centros urbanos, pero las pronunciadas diferencias de ingresos regionales aún subsisten y se han visto reflejadas en los hechos. Por esto Humala, según las cifras preliminares de Ipsos-Apoyo, habría obtenido más del 50% de los votos en Ayacucho, Cusco, Tacna y Puno. Kuczynski, en cambio, logró imponerse en Lima Capital, con casi el 30% de los votos.
En espera de la segunda vuelta. Habrá que esperar, entonces. No sin una cuota de incertidumbre. Primero para definir el segundo puesto, entre Fujimori y Kuczynski, lo que se conocería algo más tarde, pero hoy mismo. Pero hasta el 5 de junio, concretamente, para saber quien será el próximo presidente de Perú.
Las segundas vueltas electorales son siempre elecciones distintas. Polarizadas, por definición. Ásperas, muchas veces. Con una cuota mayor de discusiones ideológicas y de propuestas concretas.
En este caso, el resultado dependerá presumiblemente de las alianzas que finalmente puedan tejer los candidatos. Particularmente las de Keiko Fujimori con las fuerzas de centro que, habiendo logrado paquetes de apoyo dispersos pero sólidos, no estarán, sin embargo, participando en el repechaje final.
Desde bambalinas, un Alan García mucho más maduro, no oculta su ambición de tratar de regresar mañana a la presidencia de su país; cuando la ley se lo permita. Esto es, luego de transcurrido el período presidencial que corresponda a quien se consagre pronto como primer mandatario del Perú
(*) El autor es ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
lanacion.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario