jueves, 17 de noviembre de 2011

Arte para monos



El arte, el tino, el análisis sencillo y sesudo no les pertenece a los Plufcker ni a los De Las Casas. No es exclusivo ni segmentario, por lo contrario es una rabieta hermosa reflejada en cualquier aspecto de una capacidad. No es fácil que te ‘computes artista’, no basta con ir al teatro y visitar el Centro Cultural España cada semana. Es más que comprar un fanzine de Quilca, que tratar de leer Burroughts y que uses lentes Geek.
El arte no es Barranco, porque allá todos creen ser artista, como lo dijo alguien. La musa y el hastío son de las personas reales, las que no saben qué será mañana, las que padecen hambre, las que no tienen para pagar ni el agua, las que deben y se ‘recursean’ con métodos de vida.
El don está en lo que encuentran los héroes urbanos y galácticos cada día, los que pueden transformarlos en historias únicas por más underground que estas sean. El destino pertenece a aquellos que ven caer a los ángeles y a los que beben fuego y toman café. En realidad no debería ser tan sencillo que te puedas ‘computar artista’, no hay modo. No necesitas escribir más, no deberías hacer nada más.
Una vez conocí uno de aquellos por los que tantos de esos que quieren ser llamados artistas luchan por parecerse y ni siquiera él mismo tenía idea que era un role model de fauna literaria perdida. Era callado, astuto, libre. Ahora recién puedo entender que no debí querer parecerme a él. Cada persona tiene una hoja en donde escribir, aunque hay quienes tenemos un ‘postick’. ‘Puedes burlarte de su arte más no de la persona’, esas son las únicas reglas que hay, me dijo.
El Arte para monos no es ni sencillo ni complejo, es estático. Se queda ahí, está hecho para la exhibición, para que los demás se sigan acoplando a su moda, es como el techno del 92. El don no le pertenece al del apellido extranjero o compuesto, no se gana siendo lambiscón. Para obtenerlo se lucha, se llora y se aplaude en silencio. Un silencio ensordecedor por trompetas de gloria. Mientras tanto alucinemos en ser artistas o en apellidarme Plufcker para que alguien nos preste atención. Respira, siéntete tranquilo, recuerda que al buen Bukowski recién le pararon balón pasando los 50 años.
Por: José Alonso de la Cruz.

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